La semana pasada fuìmos a Bologna para ver al espectáculo:”Clandestinos”. Fue muy
bueno.
El espectáculo empezaba con un relato de la
historia de unos clandestinos que vivìan detràs de un hospital y que para ganar
dinero tomaron a un fallecido del hospital. Ellos llamaron a la hija del
fallecido y le pidieron dinero a la hija a cambio del cuerpo de su papà. Pero
ellos se arrepintieron porque supieron que la hija no tenìa un pasado muy fàcil.
La policìa descubrì a los ladrones pero la hija les ayudó a ellos a huir de la policìa. Lo que me gustò son: las
canciònes, muy divertidas y buenas, los actores y la historia. Lo que no me gustò son los errores de español, pocos en realidad, que pero me han hecho
sonreìr.
Los problemas de los inmigrantes son principalmente que ellos no
tienen los papeles y para conseguirlos tienen que tener un trabajo, pero si no
tienen un trabajo, no pueden conseguirlos, no pueden conseguir al D.N.I
(Documento Nacional de Identidad). La semana pasada comprendí también que los
emigrantes, hace 100 años, éramos nosotros de Italia e de España. Esto es un
problema muy reciente porque ahora los emigrantes, los clandestinos y los
refugiados vienen a Europa. También la pobreza es un problema que hemos visto
en el espectáculo, porque con los tres hombres
clandestinos, estaba también una chica española, que estaba muy pobre.
La emigración española
es un fenómeno histórico de larga duración
que comienza en la Edad Moderna,
aunque tiene precedentes muy antiguos.
la Constitución
española de 1869 reconocía la
libertad de emigrar aunque se establece una fianza para emigrar que no se
suprime hasta 1873. En 1907 se regula por primera vez la emigración, que se
permite a cualquiera persona, excepto a los sujetos a servicio militar o condena,
y unas con matices (menores de edad, mujeres casadas);
Con la Ley de
Emigración de 1907 se hizo la emigración ultramarina masiva de españoles
a América. Una nueva ley de 1924 permite la creación de ayudas estatales y los
convenios con los países receptores.
Al final de los años 50,
cuando el franquismo abrió de nuevo las fronteras, la emigración española dejó
de dirigirse hacia los tradicionales destinos de América, afectados por una
profunda crisis económica, para hacerlo a los países más industrializados de
Europa, que demandaban abundante mano de obra para sostener su expansión.
Los países que acogieron un mayor
número de emigrantes españoles fueron Francia, Alemania y Suiza, seguidos de
Holanda, Bélgica y Inglaterra, entre otros. Más de 2 millones de españoles
emigraron a Europa en estos años.
El proceso de emigración
comenzó en los años 50, se hizo masivo en los 60, y tocaría a su fin en los 70.
El cierre de fronteras como consecuencia de la crisis energética de 1973, junto
con la madurez del proceso de modernización español, pondrían fin a nuestra
tradición migratoria, y sentarían las bases de la configuración de España como
país de acogida.
La política migratoria franquista tuvo como objetivo principal la
canalización de los flujos migratorios, de manera que supusieran un beneficio
máximo para el país. El Instituto Español de Emigración, creado en 1956, fue el
organismo autónomo encargado de poner en práctica esta política dirigista. La
Ley de Ordenación de la Emigración de 1962 estableció el marco jurídico en el
que debía desarrollarse la emigración legal.
En 1956 se firmó el acuerdo de emigración con
Bélgica. Le siguió el firmado con la República Federal Alemana en 1960, con
Francia, Suiza y los Países Bajos en 1961 y, por último, con Austria en 1966.
Las salidas se
restringieron tras la Guerra Civil, unido al hecho de que algunos países
hispanoamericanos como Venezuela habían detenido la inmigración de españoles
por motivos políticos.
La emigración española al
exterior permitió al régimen limitar las consecuencias negativas del Plan de
Estabilización de 1959, por este la
emigración fue considerada el Plan Marshall de la economía española. El flujo
migratorio favoreció las relaciones con los países europeos, en un momento en
que se apostaba por el fin del aislamiento y la búsqueda del reconocimiento
internacional.
El perfil del
emigrante era un hombre casado, de entre 20-34 años que estaría trabajando
fuera de casa entre 4 y 8 años. Partieron desde muchas zonas, pero sobre todo
de Galicia y Andalucía.
Ahora España es un paìs de acogida, pero
en los ùltimos años comenzò una nueva forma de emigraciòn porque los ciudadanos
que han ido al bachillerato, a la universidad y que han estudiado mucho no
encuentran trabajo, entonces van a America para encontrarlo y dejan el proprio
país.
LANZAFAME GIULIA